De Eduardo Berti, el joven autor argentino leído anoche (aunque en realidad era joven cuando hacía crónicas de rock), también me gané un libro. No recuerdo por cuál de mis triunfos, hace un tiempo, recibí como premio un volumen de cuentos llamado "Los pájaros". Me gustó mucho el primero -cuyo título ahora no recuerdo-, en donde el protagonista ganaba un certamen televisivo, tipo "Odol pregunta", respondiendo sobre los nombres de las calles de Buenos Aires y su historia. El último, el que da nombre al volumen, también tenía una buena atmósfera, ominosa, tremebunda, y también me gustó.
Pero el premio del que ahora quería hablar es otro. Y no lo gané en Parrafus Interruptus. Lo gané en "Por amor al arte", el anterior programa de Hugo, donde Párrafus nació.
El trabajo no me permitía seguirlo diariamente -iba e lunes a viernes, a las 14.00-, pero en aquel comienzo del 2004, creo que durante unas vacaciones, lo escuché con alguna frecuencia. No sé si lo hacía todos los días, pero ahí también Hugo planteaba un acertijo a los oyentes; entre los llamados con la respuesta correcta se sorteaba un libro.
Una tarde, en alusión al título de un libro que su autora había ido a presentar con él, Hugo preguntó en qué obra de James Joyce se había basado la última película de John Huston, "Desde ahora y para siempre". Yo, que no solía participar en esa clase de juegos, ni llamar por ningún otro motivo a las radios, ese día llamé. Y cuando al final del programa se hizo el sorteo, gané. La respuesta era "Los muertos". Y el premio era el libro que esta autora presentaba esa tarde. (Ahora se me ocurre que fue eso lo que me estimuló a llamar.) Ahora lo tengo acá, sobre él apoyo la hoja para escribir.
Su título: "Diálogos sobre la vida y la muerte". La editorial: Aguilar. En la tapa, bajo la fotografía de la estatua de un chico que parece estirarse para alcanzar la sombra de un globo, se lee: "Conversaciones con Jorge Luis Borges, Marcelino Cereijido, María Luisa Pelento, Roberto Fontanarrosa..." La autora: Liliana Heker.
Ayer, lunes, nos encontramos finalmente con Fernando Terreno, el compañero oyente, a intercambiar material de George Brassens. El escenario fue uno de los bares de Corrientes y Maipú, punto equidistante de nuestros lugares de trabajo. El salía del suyo, yo iría hacia el mío. Eran las cinco y media de la tarde.
Mientras me dirigía hacia allá tuve una de mis imaginaciones: pasar a buscar a Fernando por el bar y llevarlo conmigo hasta el banco donde trabajo, distante tres cuadras, para que sea testigo.
En el banco, con el permiso de mi jefe, lo invitaría a pasar al hall -la tarde estaba fría- y le pediría que me esperara mientras yo, tras dejarle mi bolso a un compañero, iría con las manos vacías hasta el vestuario que tenemos en el tercer subsuelo a buscar algo que había llevado y dejado ahí el domingo. Después, trayendo eso en mis manos -ese libro- desde las profundidades del edificio, le demostraría palpablemente a Fernando -a alguien- lo que a mí mismo me parece increible: el libro que había llevado para releer en la larga guardia del domingo es "Diálogos sobre la vida y la muerte", de Liliana Heker, la autora que esa noche se leería en Párrafus.
Pero no cumplí esta fantasía. Solo pasé por el banco antes de ir al bar -mi compañero de la entrada aplaudió de contento creyendo que lo relevaría tan temprano- y llevé el libro para mostrárselo a Fernando mientras le contaba esta magia.
El domingo, releyendo las conversaciones de Heker con Borges, Fontanarrosa, Pavlovsky y Abelardo Castillo -cuantro autores que ya pasaron por el programa y ahora podrían integrar junto con ella otra entrega de "Los otros Parrafistas"-, en algún momento me pasó por la cabeza la idea de escribir sobre la obtención de ese libro. Pero después me dediqué a la lista de las nacionalidades, después lo llamé a Fernando para algunas consultas, después redacté la presentación de esos datos, y la intención se diluyó. Hubiera sido formidable publicar esa historia horas antes de que se leyera a la Heker. Aunque, entonces sí, Hugo hubiera decretado una interdicción eterna para quien escribe estas páginas -de puro asustado.
Otra curiosidad sobre Liliana Heker es que hace poco encontré un extraño volumen de cuentos, llamado "Acuario", creo que de 1968, donde se hizo una ucrónica antología con algnos cuentos de "Los que vieron la zarza", su primer libro, y otros que, según anuncia la contratapa, integrarían el segundo: "Las peras del mal". Eso -algunos de esos cuentos (recuerdo el audaz "Yokasta")- es lo que leí a la espera de la segura aparición de esta autora en Párrafus -después de que ya pasaran Abelardo Castillo y Sylvia Iparraguirre, sus compañeros de las revistas "El escarabajo de oro" y "El ornitorrinco".
Pero menos es lo que leyó Marta Sanders, la oyente de Bahía Blanca que ganó el domingo con "El fin de la historia", la novela elegida por Hugo para presentar a la Heker. Marta, recayendo ya en prácticas que son especialmente deplorables en una reincidente nuevita, confesó que apenas si hojeó el comienzo del libro en una biblioteca. Pero ahora que, como a veces sucede, recibió como premio la obra que se empezó a leer, deberá completarla.
Eduardo Berti también daría ahora para "Los otros Parrafistas", ya que es autor de una novela llamada "La mujer de Wakefield", donde tal vez se nombre a Nathaniel Hawthorne. Aunque no: si su novela se plantea, según tengo entendido, como una recreación, o una continuidad, o un más allá del cuento "Wakefield", no creo que se mencione que procede de una ficción de otro autor.
De Berti se leyó la novela "Agua", que resultó ser el apellido del protagonista, reiteradamente omitido por Hugo en los seis minutos y pico que demando su lectura. Hasta que apareció la ahora esporádica, casi retirada (pero solo a 100 kilómetros) María Suárez, otrora destacada, casi excluyente ganadora de Párrafus, cuando el juego iba una vez por semana en el aquí evocado "Por amor al arte".
Felicitaciones para las dos primeras ganadoras de la semana, y también para los dos autores, que, consecutivamente, sostuvieron sendas conversaciones muy cálidas con nuestro conductor.
Y ahora los autores argentinos son 83.
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