miércoles, 16 de abril de 2008

Rosal, rosas, Rosalía

Segundo autor que aparece en Párrafus al que ni siquiera había escuchado nombrar jamás. La vez pasada, el sueco Henning Mankel (tal vez todavía lo escribo mal), de quien se leyó la novela "El hombre sonriente". Esta noche, Pedro Eugenio Pico, un dramaturgo argentino de la primera mitad del siglo XX. De él, se leyó la obra "La novia de los forasteros", título que sí me suena, pero que bien pude atribuirlo a una canción campera, un radioteatro o una película.
De Pedro Pico, Hugo contó que nació en 1882, que empezó a publicar poco después del 1900, que fue abogado y socialista, que participó de la fundación de una sociedad de autores, antecedente de Argentores. Otras obras suyas son "Como agua en las manos", "La polca del espiante", "Para eso se paga". Murió en 1945. "La novia de los forasteros" es de 1926. Se puso por última vez en Buenos Aires en el 2004, en el teatro Regio, con Virgina Inoccenti como Rosalía, la protagonista.
Precisamente, "El pabellón de las rosas" fue la pieza ejecutada por el guitarrista Juanjo Domínguez que se utilizó como fondo de las palabras de Hugo. Y el ganador de la noche fue el mismo que hace unos meses reconoció "El rosal de las ruinas", otra viaja obra del teatro nacional, pero de autor más conocido, Belisario Roldán.
Ganó Roberto López Motta, el locutor y poeta de Sarandí, quien, en charla con nuestro conductor, tuvo palabras elogiosas para con otros habituales participantes de Párrafus, para mí entre ellos, por lo cual le agradezco, pero especialmente para con Verónica de Lugano (pero ella ama a Sting), por lo cual remito a la Entrada que el año pasado titulé "Placa roja".
Pero debo pedir disculpas y decir que deploro muy especialmente no estar en condiciones de cumplir el presagio de Roberto, quien dijo que seguramente sus palabras sobre nosotros me llevarían a escribir largamente al respecto, pero un sinsabor del día de ayer, del que (por ahora) no quiero hablar, me tiene todavía medio desanimado; así que termino acá.

EPILOGOS DE HORAS DESPUES

A propósito de López Motta:

Celebro enterarme de que el hombre de Sarandí tampoco se explica cómo pudo darle ocupado la noche en que se leyó a César Fernández Moreno, si reconoció su poesía al primer verso y marcó inmediatamente. Sin embargo, Roberto sigue alabando la voz y los tonos de Verónica Cornejo, e incluso la repu..., quiero decir, la supone actriz. Pero, ¡habrase visto! ¡Las cosas que hay que escuchar!

A propósito de mujeres radiantes (*)

La otra noche, un somero, rutinario y desesperanzado zapping radial me llevó a descubrir que, contra todos los pronósticos (incluso contra lo erroneamente anunciado en este Blog), en Radio de la Ciudad, AM 1110, sobrevivió "La rosa blindada", el programa de Liliana Daunes donde el año pasado colaboraba el locutor Roberto López, nuestro hombre en los medios. Relegada ahora a los sábados por la noche, a partir de las 21.00, la Lili me alegró el relax post-laboral del último sábado; pero, como al rato Cristina me llamó a cenar -con su invitada consetudinaria, la TV-, no pude saber hasta qué hora va, supuse que hasta las 22.00. El sábado próximo lo confirmo, y después lo cuento. Quedan invitados.


(*) "Mujeres radiantes", Entrada del 11 de agosto de 2007

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé qué pensará Verónica, pero las palabras de Roberto López Motta me parecieron uno de los piropos más encantadores que he escuchado.
El dijo: " Parece actriz.
Si no lo es, lo disimula muy bien".

Marcelo Perenchio dijo...

Se me cae una ídola! ¿Eso, un piropo? Más bien lo pensé como una sincera opinión profesional del bueno de López Motta. ¿"Parece actriz", un encantador piropo? Me recuerda el comienzo de un cuento que intenté hace un tiempo (pero no sé escribir cuentos): "En aquel ambiente, las chicas quieren parecerse a Leticia Bredice, que quiere parecerse a Uma Thurman". Pero bueno, Marta, yo ya te dije, tu voz -algo en tu voz- me hizo adivinarte... Y no está mal, ¿no?

Anónimo dijo...

No digo la parte de "parece actriz", si no la de "lo disimula muy bien". Eso es lo que me pareció un piropo.
Digo, se trata de algo lindo que se ve de ella, que la trasciende, aunque ella esté tratando de disimularlo.
Y, sí, me pareció encantador. Ponele el nombre que quieras: piropo, sincera opinión profesional. De cualquier modo es comentario halagador.
Y sobre adivinarme por mi voz..... seguro que cuando llamó Marta Escarpite también pensaste que era yo.

Marcelo Perenchio dijo...

Bueno, entendido. Retiro lo dicho. Es un magnífico piropo. No quiero debatir; no sé del tema: no recibo ni digo piropos. Otra cosa: No, Martha, cuando llamó Marta Escarpite no la confundí. Ella no escríbe con tu voz. ¿Y ahora?