miércoles, 2 de abril de 2008

Vino de la ira




“Como recuerda un poema de Philip Larkin, los angry young men (jóvenes iracundos) fueron los primeros que en Inglaterra pusieron el sexo en un primer plano antes del primer LP de los Beatles. La novela “Lucky Jim” (1954) de Kingsley Amis fue el puntapié inicial, la primera obra de ficción del poeta que se convirtió, para sorpresa de su autor, en un rápido e incómodo best seller y en el símbolo de una generación en movimiento.
(...)
“En 1951, el filósofo religioso Lesley Allen Paul publicó un volumen titulado “Angry young man”, historia de un marxista que en los años de entreguerra exalta la lucha de clases para terminar convertido al cristianismo. Pero la expresión que definiría a los jóvenes iracundos entró en el uso popular solo después de representada la obra de John Osborne en el Royal Court Theatre, el 8 de mayo de 1956. El protagonista de “Recordando con ira” es Jimmy Porter, cuyo nombre va unido al de Lucky Jim. Jimmy es un nostálgico que oculta bajo la máscara de la lucha de clases sus propias tensiones sexuales y que maltrata a su mujer porque proviene de una honorable familia, y porque, en suma, las mujeres no lo atraen tanto. Las protestas de Jimmy en contra de la monótona, fosilizada vida inglesa encontraron eco en el público, que parecía reconocer en el actor a un íntimo confesor.”

(“Pasiones recobradas”, Sergio di Nucci, Radar-Libros, Página 12, 11-07-2004)

Pero, de los jóvenes iracundos, el que a mí me gusta es Colin Wilson, el autor de “El disconforme”. ¿Alguien lo conoce? Es este:

“’The outsider’ es un libro incompleto. Fue concebido simplemente con la intención de documentar y ordenar un tema que, por motivos personales, me resultaba absorbente de manera singular: el tema de la tensión mental y las fronteras de la insanìa.
(...)
"Con cierta razón, algunos críticos objetaron que el término ‘Outsider’ (Apartado) era impreciso, que una palabra aplicable tanto a Boheme como a Nijinsky, tanto a Fox y Gurdjieff como a T.E. Lawrence o a Van Gogh y Sartre, prácticamente carecía de significado. Sin embargo, también para mí esta palabra tiene un sentido vago. El Hombre Apartado sólo es aquel individuo que percibe una extensión ligeramente más amplia en las notas que componen su teclado. La cuestión última que a mi juicio sugiere “The outsider” es: ¿cómo puede extender el hombre su amplitud consciente? Los hombres a que me referí tenían una cosa en común: un conocimiento intuitivo de que su amplitud podía ser ensanchada y un admonitorio descontento con la amplitud de su percepción cotidiana.”

("Función social del Hombre Apartado", Colin Wilson, Sur Nº 245, marzo-abril 1957)

Como novelista, de Colin Wilson encontré en castellano “Ritual en la oscuridad”, “El dios del laberinto”, “Duda necesaria” y “La caja de cristal”, y me quedó para siempre, prestada por mi viejo amigo Fabio, “Parasitas da mente”, en un muy comprensible portugués. También tengo otro ensayo, "Los inadaptados", que publicó Sudamericana en los ´90, donde se encuentra un muy revelador texto acerca del autor del último Ininterruptus de Párrafus.
Pero este lunes (o martes, ustedes elijan) Hugo leyó “Recordando con ira”, de John Osborne, y nos sorprendió una nueva ganadora nueva: María Inés Azzarri, actriz y directora de teatro del barrio de Almagro. Y hoy, digamos miércoles, de la obra protagonizada por el joven Porter pasamos a un cuento de la norteamericana Katherine Ann Porter –que también fue actriz: “Vino de mediodía”, que fue reconocido desde Rosario por el escritor y profesor Alberto Lagunas, de quien ya escribimos en ocasión de su primera victoria, en febrero, con la poesía de Novalis.
El comienzo del mes de abril (el mes más cruel, según el reciente Parrafista T.S. Eliot) sitúa en el podio a profesionales de la cosa. ¡Enhorabuena!

Más Internet de miércoles (¿por qué no?)

"Katherine Ann Porter es, sobre todo, una gran contadora de historias, en el sentido que le daba Flannery O'Connor al referirse a la narrativa como un arte de la encarnación. Dicho de otro modo: relatar una historia de tal forma que deje en el lector la sensación de lo vivido.

Porter publicó su primer cuento a los treinta y tres años en la Century Magazine, de Carl Van Doren quien, tras leerlo, le dijo: “¡Creo que eres escritora!” A continuación escribió una serie de relatos sobre mujeres sin caer jamás en la tentación ideológica del feminismo ortodoxo. Más tarde empezarían a poblar sus narraciones personajes entrañables como el Mr. Helton, de Vino de mediodía, o Miranda, su alter ego, que atraviesa la niñez, la adolescencia y finalmente da el salto al abismo de la edad adulta en Pálido caballo, pálido jinete, trilogía de novelas cortas que ahora es editada, junto con la totalidad de sus cuentos, por la editorial Lumen.

La autora nació y fue educada en Indian Creek, Texas, vivió en México y en varias ciudades europeas, sobrevivió a la tuberculosis y a una pandemia de influenza y fue enterrada a los noventa años junto a su madre, en el mismo lugar donde había nacido. La biografía de un autor no explica su obra, pero su caso, como ella misma declaró en una entrevista al Paris Review, fue fundamental: “En mi vida jamás he escrito una historia que no estuviera sólidamente fundada en la experiencia humana.” Indiferente a las vanguardias literarias de la época, en esa misma entrevista señalaba que cualquier obra de arte “debería hacernos sentir reconciliados”, o hacernos sentir “lo que los griegos llamaban una catarsis, la purificación de mente e imaginación”."

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