lunes, 23 de junio de 2008

Algunos Parrafistas y la Huesuda (con Antídoto)




Liliana Heker entrevista a Eduardo ‘Tato’ Pavlovsky


-¿Cómo te situás respecto de la muerte?
“Con respecto a la muerte, hay una cosa que, para mí, es clave: nosotros no tenemos representación de la muerte. Es algo de lo que hablamos, pero que no sabemos qué es. Precisamente esto la convierte, para mí –creo que para mucha gente también-, en una figura aterradora. ‘Figura’ no es la palabra… En un fantasma aterrador. Por ejemplo: desde hace mucho tiempo, por las mañanas, cuando me despierto, tengo una angustia muy fuerte. Dura cinco o seis minutos, hasta que me levanto y me voy a un bar a desayunar.
(…)
“Yo soy hipocondríaco, además, con lo cual lo tengo todo muy analizado, muy visto, muy graciosamente visto. Cuando el médico clínico me ve, me pregunta: ‘¿Qué cáncer tenés hoy?’. Así que, para mí, la figura de la muerte es un personaje cotidiano, es habitual. Está presente en todas mis últimas obras de una manera muy contundente: ‘Rojos globos rojos’, ‘Potestad’. Es un personaje con el cual convivo a nivel consciente. Cierto que uno tiene que disociar para vivir, que instrumentalmente no parece posible el pensar siempre en la muerte. Pero, en mi caso, es un factor con el cual dialogo, un factor que está presente.
(…)
-La conciencia de la fatalidad de la muerte, ¿suele generar una actitud paralizante o una actitud creadora?
“Pienso que, en muchos casos –yo he conocido varios-, la presencia de la muerte paraliza la vida con un cierto sentimiento melancólico, de fatalidad, y en otros puede dar lugar a un estímulo creativo importante; se puede salir del proceso siniestro que es la muerte, colocarlo afuera, mediante un proceso lúdico que es la creación. Es decir, pueden convivir los dos movimientos. Yo me reconozco en dos devenires míos: en una época, paralizado por una angustia de muerte. Y en otra, saliendo a través de la creación. Yo salí de este tipo de angustia más con la creación que con las terapias.”


Liliana Heker entrevista a Roberto Fontanarrosa

-¿Creíste alguna vez en alguna forma de inmortalidad o jugaste alguna vez con la idea de ser inmortal?
“Bradbury decía que la inmortalidad se da a través de los hijos. ‘Mi padre mira a través de mis ojos y yo miraré a través de los de mi hijo’, algo por el estilo decía. Ahí hay cierta lógica, pero no es lo mismo que seguir vivo: cuando mi hijo mire a través de mis ojos, yo no lo voy a saber. A veces, uno puede quedar en las cosas que hace. Un arquitecto puede hacer una casa que, por ahí, dura doscientos años. Nosotros hacemos libros, no sé, el Quijote ha quedado. También puede haber una permanencia en la memoria colectiva, al menos en la memoria de la generación posterior a la de uno. Lo que creo es que todas las fantasías que nosotros armamos, tal vez para conformarnos, han instalado la idea de que la inmortalidad es un castigo. En todas las películas, en todos los libros que tratan el asunto, el tipo que es inmortal se aburre, ve morir a sus amigos, ve nacer a desconocidos. Al final, la inmortalidad es una cagada. Yo no estoy tan seguro. Pienso que a mí me divertiría. Querría ver que va a pasar, ponele, con los hijos, qué va a pasar en el mundo, me da curiosidad todo eso. Yo no me sumo tanto esas posiciones en contra de la inmortalidad. Como si te dijeran: ‘No, viejo, lo bueno es morirse’. Andate a la puta que te parió. Lo que pasa es que no podemos cambiar eso de la muerte; entonces, tratamos de acomodarnos a la idea como podemos.”


Liliana Heker entrevista a Jorge Luis Borges

-Sartre dice que siempre se muere demasiado pronto o demasiado tarde. ¿Usted está de acuerdo con esa afirmación?
“Desde luego que yo creo que nunca se muere demasiado pronto; siempre de muere demasiado tarde. Sartre es una persona muy rara; Sartre dejó de escribir cuando se quedó ciego. Yo no entiendo eso. Al contrario, yo he pensado: ahora que estoy ciego, tengo que seguir trabajando, porque ¿qué justificación tiene mi vida si no trabajo? Yo sé que lo que escribo ahora –voy a cumplir 80 años en agosto- tiene que ser forzosamente inferior a lo que escribía cuando era joven, pero sin embargo, ¿qué otra cosa puedo hacer sino escribir? Y eso no lo hago por vanidad sino porque tengo que poblar mi tiempo de algún modo. Porque no siempre recibo visitas gratas como la de usted.”
-Gracias. Tal vez lo que pasa con Sartre es que, a través de su filosofía, hizo una valorización de la mirada. Otra cosa que le pasa, creo, es que no puede dictar: necesita, físicamente, el acto de escribir.
“Bueno, es que yo me refería sólo a escribir; lo que no se puede es corregir más. Henry James dejó de escribir y dictó, y eso influyó en su estilo; se hizo mucho más palabrero, menos conciso. Pero hay muchos escritores que han dictado. El primer escritor que no escribió directamente, sino que tenía discos y grababa, fue Mark Twain. Mark Twain estaba muy interesado en lo que era un invento nuevo, el fonógrafo; él tenía discos y le gustaba dictar a los discos. Se levantaba de noche, la familia lo oía hablar solo, y él estaba dictándole al disco. Recuerdo una frase de él: ‘Yo no pregunto de qué raza es un hombre, qué religión profesa, qué lugar ocupa en la escala social. Me basta con que sea un ser humano: peor que eso no puede ser’. Uno espera lo contrario, ¿no?
-Usted una vez citó una frase de Mark Twain que a mí me fascinó por su crueldad. Decía que una biblioteca, por incompleta que fuera, ya se consideraría…
“No, no, la frase es mejor. El dijo: ‘Podría iniciarse una buena biblioteca omitiendo los libros de Jane Austen. Aunque esa biblioteca no incluyera ningún otro libro sería mejor que muchas otras por no incluir a Jane Austen’. Una biblioteca ideal, pero sin libros, ¿no? No tiene libros pero falta Jane Austen, ya hay esa ventaja, ¿no?
(…)
-Disculpe, Borges, voy a dar vuelta la cinta.
“Está bien. ¿Quién más interviene en este libro?”
-El profesor Croatto, profesor de religiones comparadas; el doctor Gazzano, psiquiatra, que dirigió el Centro de Asistencia al Suicida…
“¿Qué hacen allí? ¿Ayudan a la gente a matarse? Qué otra asistencia se le puede dar a un suicida, ¿no? Bueno, supongo que debe de ser todo lo contrario.
-Me parece que sí.
“Qué cosa rara que los católicos condenen el suicidio cuando el propio Jesucristo fue un suicida. Una religión que tiene a la cabeza un suicida –y ese suicida, además, es Dios- y que condene el suicidio. Porque se entiende que el sacrificio de Jesús fue voluntario, es decir, fue un suicidio. Es muy raro, los católicos condenan el suicidio y yo no logro explicarme por qué.”
(…)

-Hay una muerte de la que no se habla nunca: la muerte hacia atrás. ¿Qué le produce mayor nostalgia: saber que no estará en el futuro o saber que ha estado muerto para el pasado?
“Bueno, usted está citando el poema De Rerum Natura, de Lucrecio.”
-Eso sí que no lo sabía.
“Bueno. Lucrecio dice: la gente piensa ‘voy a morir, el mundo sigue, los hombres siguen, qué horror’, pero no piensa ‘qué horror, yo estaba muerto durante el sitio de Troya’. El dice eso: si a nadie le duele no haber estado presente en el sitio de Troya qué importa que no esté presente en las próximas guerras. Eso está en el poema de Lucrecio…”

“Diálogos sobre la vida y la muerte”, Liliana Heker, Aguilar, 2003

Eduardo Pavlovsky, Parrafista 296, 8 de abril de 2008 – Roberto Fontanarrosa, Parrafista 23, 24 demayo de 2006 – Ray Bradbury, Parrafista 54, 3 de agosto de 2006 – Jorge Luis Borges, Parrafista 7, 18 de abril de 2006 – Jean Paul Sartre, Parrafista 55, 8 de agosto de 2006 – Henry James, Parrafista 135, 27 de febrero de 2007 - Mark Twain, Parrafista 252, 6 de diciembre de 2007 – Jane Austen, Parrafista 311, 29 de abril de 2008 - Liliana Heker, Parrafista 300, 14 de abril de 2008

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