viernes, 13 de junio de 2008

Maeterlinck y Urondo

En verdad, después de lo que me gané con mi último triunfo, debería, ahora sí, retirarme por un tiempo de la competencia.
Los cuatro tomos de “Las mil y una noches” que sacó Longseller en el 2005 están muy buenos. La edición tiene 110 cuentos (se anuncia como ‘Versión completa’) y está bellamente ilustrada en blanco y negro. No es la traducción de Rafael Cansinos Asséns que tanto celebraba Borges, pero, en un primer vistazo, el castellano de Margarita Rodríguez Acero parece bastante correcto. Y ahí, gracias a Parrafus, tenemos lectura para rato –Esteban y yo.
A propósito: los otros días (antes del jueves), Cristina los estuvo hojeando y me leyó, de las últimas páginas de cada tomo, otros títulos de la colección “Clásicos elegidos”. Yo la escuchaba e iba diciendo cuál de los autores ya habían aparecido en el programa. Shakesperare, sí. Nietzche, no escribió ficción (¿?). Wilde, sí. Kafka, sí. Dostoievski, sí. Maeterlinck…¡no! Y el belga, con “La vida de las abejas” y “La inteligencia de las flores”, es uno de los tres autores que, en una lista de 32 títulos, aparece dos veces; otro es Dostoievski, y al otro no lo nombro porque todavía no se leyó. Y esta semana, dos o tres días después de que lo nombráramos en casa, Maurice Maeterlinck aparece en Párrafus.
Apareció con una obra teatral que está cumpliendo cien años: “El pájaro azul”. Por supuesto, no tuve ni idea como para participar en el juego –el “Pájaro azul” que yo conozco es el tango de Canaro. Ganó el teatrista (y arquitecto) Naon Soibelzhon, de Almagro, en 1´40”. Es de esperar que en los próximos días gane nuevamente su esposa, María Inés Azarri, ya que en esta magnánima, altruista o desinteresada pareja se alternan en las victorias.

Sin embargo, esta noche (jueves para viernes), a pesar de los cuatro tomos y el proyecto de retiro a cuarteles de invierno, llamé cuatro veces tratando de evitar un nuevo Ininterruptus –que hubiera sido el tercero de una muy estimulante semana. Pero no acerté.
Estuve cerca con dos de los nombres que tiré (en tanto son coprovincianos del autor de hoy), pero la que ganó, por primera vez, fue la oyente Ana Maciel, de San Fernando, que dijo, a los 16 minutos y medio de lectura, sobre el cierre del programa, que se estaba leyendo un cuento del libro “Todo eso”, de Francisco ‘Paco’ Urondo.
Hugo, esta noche, había estipulado que valía responder con el título del cuento o del libro al que pertenece. El cuento se llama “Amore mío santo”, y la verdad es que, cuento y libro, no los conocía. Sin embargo, acá (en “La poesía del cincuenta”, antología de 1981 del Centro Editor de América Latina) tengo este poema de Urondo:

ADDIO

Estaba en un estado
de ánimo sentimental; estuve
sonado; alcohólico, desierto,
fugitivo y
tropecé con la cara de tu sonrisa
que ocultaba
la cara de tu rabioso dolor.

Y nunca pude resignarme
a esa cara
y perdí tu sonrisa y te
digo adiós, amore mío santo, que descanses,
que me olvides hasta cuando
los boleros estallen
como copitas rotas de anís, como
bazookas del destino.

(de “Todos los poemas”, 1972)

A Urondo lo conocía un poco como poeta (quiero decir que he leído algunos poemas suyos), conocía su fama de militante político (no queda otro remedio, tan reivindicado hoy), pero, sobre todo, lo conocí más como hombre y argentino en un documental sobre su vida que hace pocas semanas (un jueves) pasó canal 7: “La palabra justa”. Desde entonces, lo admiro y me interesa mucho más.

Una apostilla: Ana Maciel, ama de casa de San Fernando, ganó por primera vez (con “Amore mío santo”) el 13 de junio, cuando se cumplen 120 años del nacimiento de Fernando Pessoa.

Un interrogante –o dos: Dijo Hugo que el Ininterruptus de teatro de esta semana fue el segundo intento con ese autor. Pero no precisó cuál había sido el primero. Asumo que habrá sido el otro Ininterruptus de teatro que estaba pendiente, aunque podría ser alguno de los tres poetas no reconocidos o el autor del cuento del 22 de mayo, la noche en que no pude escuchar. Y en cuanto al cuento de este miércoles 11… y ya que la palabra, o la familia de la palabra omitida fue tan fácil de adivinar… y ya que fue un cuento… se me ocurrió pensar, después del programa, si el autor no será uno que tiene cierto parentesco (además de la nacionalidad) con uno de los autores que yo nombraba los otros días a propósito de su recreación en cine… Cuando vaya a casa de mi vieja, en los próximos días (para traerla a que conozca a Esteban), tengo que fijarme en cierto libro que cruelmente dejé allá.
Buenos días.

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