Ya había tenido un par de episodios que lo dejaron con la duda, pero este fue bien clarito. Le ocurrió mientras escuchaba ese programa de radio que sigue desde hace tiempo: no pudo recordar un título, y eso que estaba convencido de haberlo escuchado hacía muy poco.
-¡Me falló la cabeza...-le dijo mientras se metía en la cama.
-A cualquiera le pasa. ¿Qué leyó?
-...lo comentaron la semana pasada! En la tele, en ese...
-Dormí, dormí, mañana hablamos -balbuceó su mujer-.
Pero la rutina diaria, o quizás lo incómodo del asunto, postergó un par de días el abordaje del tema. Ya le había dicho en otras ocasiones que era un obsesivo, que el programa ése lo trastornaba, que parecía un adicto.
Ella también participaba, a su modo. Lo disfrutaba, ocasionalmente, en diferido. Hacían un replay mañanero y se divertían comentándolo, repasando los libros leídos, y sobre todo, los autores y los ganadores.
Otorgaban rasgos, más o menos ficticios, a los oyentes, de acuerdo con las palabras que les habían escuchado: “Tiene una voz muy seductora”; “Para mí, es un misógino.”; “Otra vez ese petulante.”; “No me gusta, porque se hace la mosquita muerta, pero...”; “Idealista, ¿qué se yo? Así me lo imagino.” En ocasiones, se preguntaban si habría algún parecido entre esos imaginarios y las reales personalidades de sus compañeros oyentes.
Un día, la esposa fue directo al grano:
-Si tanto te preocupa, hoy mismo te saco un turno.
....................................................................
-No es para preocuparse, les dijo el gerontólogo. Afecta más a la memoria reciente, pero está bastante estudiado por Fulano en su libro Tal y podemos hacer cosas para demorar su evolución por muuucho tiempo. Es bastante simple, son ejercicios. Recién más adelante veremos si necesita medicación.
Ambos sonrieron aliviados. Ella lo había acompañado por solidaria y por su poder de síntesis. En dos minutos resumió perfectamente la aparición del síntoma y hasta explicó al médico el mecanismo del programa. Él estaba medio ido hasta que de repente sacó papel y lápiz.
-Por favor doctor, repítame el nombre del autor, que lo voy a anotar.
-Fulano.
-Y el libro, ¿cómo dijo que se llamaba?
-Tal. ¿Para qué hace eso? -inquirió el médico.
-Es que todavía no fue leído en el Parrafus Interruptus.
Fernando Terreno
Dedicado a todos los adictos que hacen y escuchan el Párrafus.
5 comentarios:
Miralo a Fernando! Menos mal que el otro día en el bar deploraba su incapacidad para el relato de más largo aliento... Y ahora se destapa incluso con una ficción. ¿O no será ficción? La puta!
Marcelo:
Ficción, por supuesto. Todo parecido con la realidad es pura coincidencia. Salvo el título, palabra que, justamente, pronunció Cristina en el bar.
Saludos
Buenísimo. Me encantó el texto de Fernando.
Me hizo acordar de una casa donde pasa así:
Ella, el domingo a la noche se acuesta a las 11, que al otro día madruga, pero se despide: -Si a las doce y media no me ves muy dormida, sacudime un poco. Llamame si lee novela o cuento, pero si es poesía o teatro dejame dormir.
El ya sabe.
Ella se duerme, como siempre, con la radio de la mesita de luz prendida, pero abre un ojo cuando él viene a la cama.
Son las doce y media.
Chanaranana.... (esto es la música de Lucky)
Empieza el programa.
Conductor lee.
Lee: ... mujer cetrina ...... (no de piel centrina).
Lee ... hecha para beberse la vida hasta el fondo de la copa ...
Lee el musicalísimo nombre de Diana Glass, que es como un brindis con muchas copas de cristal.
Ella: - Lo sé. Se llama El fin de la historia.
El: - Y llamá.
-No, que no lo leí.
-Entonces no llames.
-Bueno.
-Ajá. Buenas noches.
-Buenas noches.
-.....
-Y seguro que alguien llama enseguida.
-Mmm sheh.
-Además, yo no gano nunca, ¿cómo voy a ganar dos veces seguidas?
-Andá de una vez y llamá, que no me dejás dormir...
-Bueno, voy.
Ella se levanta, con una mano revuelve la cartera en busca del celular mientras con la otra prende la radio del comedor. El conductor lee m-m-m.
.... 7390.
-Parrafus?
... y el final se los cuento cuando me manden el libro.
Marta:
Primero felicitaciones por el doblete.
Me alegro que te haya gustado el cuento, se vé que todo parecido con la realidad NO es pura coincidencia.
Además ya tenemos título para tu relato: Vidas paralelas.
Saludos.
Fernando
Magníficas prosas, las de ambos. No soy quién para decirlo, quizá, pero sí quiero declarar lo siguiente: leyendo esas dos minificciones testimoniales (para las que yo soy inepto), siento que ya tiene sucesores este blogger.
Muchas gracias.
Publicar un comentario