"Las semanas pasadas pregunté por Mercé Rodoreda en una librería de Barcelona, y me dijeron que había muerto hacía dos meses. La noticia me causó una pena muy grande, primero por la admiración muy justa que siento por sus libros, y segundo por el hecho inmerecido de que la noticia de su muerte no se hubiera publicado fuera de España con el despliegue y los honores debidos. Al parecer, pocas personas saben fuera de Cataluña quién era esa mujer invisible que escribía en un catalán espléndido unas novelas hermosas y duras como no se encuentran muchas en las letras actuales. Una de ellas -'La plaza del diamante'- es a mi juicio la más bella que se ha publicado en España después de la guerra civil.
(...)
"Creo -si no recuerdo mal- que Mercé Rodoreda es la única escritora (o el único escritor) que he visitado sin conocerla, impulsado por una admiración irresistible. Supe por nuestro editor común, hace unos doce años, que ella estaba en Barcelona por pocos días, y me recibió en un apartamente provisional , amueblado de un modo muy sobrio y con una sola ventana que daba sobre el jardín crepuscular de Monterolas. Me sorprendió su aire distraído, que más tarde encontré definido en uno de sus prólogos: 'Quizás la más marcada de mis múltiples personalidades sea una especie de inocencia que me hace sentir bien en el mundo en el que me ha tocado vivir'.Entonces yo sabía que junto a la vocación literaria tenía una vocación paralela, tan dominante como la otra, y era la de cultivar flores. Hablamos de eso, que yo consideraba como otra forma de escribir, y entre rosas y rosas trataba de hablarle de sus libros, y ella trataba e hablarme de los míos. Me llamó la atención que de todo lo escrito por mí le interesaba más que nada el gallo del coronel que no tenía quien le escribiera, y a ella le llamó la atención que me gustara tanto la rifa de la cafetera en 'La plaza del diamante'. Tengo hoy un recuerdo entre nieblas de aquel extraño encuentro, que sin duda no fue uno de los recuerdos que ella se llevó a la tumba, pero para mí fue la única vez en que conversé con un creador literario que era una copia viva de sus personajes. Nunca supe por qué, al despedirme en el ascensor, me dijo: 'Usted tiene mucho sentido del humor'. Nunca más tuve noticias de ella, hasta que supe, por casualidad, y en mala hora, que le había ocurrido el único percance que podía impedirle seguir escribiendo."
("Recuerdo de una mujer invisible: Mercé Rodoreda", por Gabriel García Márquez, Clarín, Cultura y Nación, 30 de junio de 1983)
García Márquez, Parrafista 5, 12 de abril de 2006 / Mercé Rodoreda, Parrafista 251, 5 de diciembre de 2007
2 comentarios:
Este año se cumplirá un siglo del nacimiento de la escritora catalana. Ojalá haya homenajes varios a su obra.
Cuando leí la entrada, en el afán no comprendía quien pudiera haber afirmado que "había muerto un par de meses ha".
Supuse las palabras como la transcripción de una charla de MP con sus libreros conocidos.
Más, luego viendo la cita al pie de la entrada, percateme de la cita a la nota de GGM en junio de 1983.
Es muy pertinente esto de revivir constantemente ciertos autores y determinadas obras, tal como hacen el archicofrade Paredero, y algunos parrafistas, uno en la radio y otros en el eter de la red.
Mas sobre Mercé aquí.
Qué cosa bárbara! Siempre sospechando de mí, algunos. Pero no, no tengo 'libreros amigos'. De todos modos, gracias, Quique, por suponer que la ilustre prosa de Garcia Márquez podía ser mía. Un abrazo.
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