Viene rupturista y de vanguardia el Huguito este año (Jarry, Cabrera Infante, Apollinaire, quizá Lovecraft) y sutilísimo para las pistas (*): la semana pasada, la obra teatral leída fue "Un tal Servando Gómez", de Eichelbaum, que, pasada al cine, se llamó "Arrabalera". Esta semana, al Teatro lo representó Fernando Arrabal -otro que rompió- con "Cementerio de automóviles".
De Arrabal: "Me cago en Dios, la patria y todo lo demás".
Sobre Arrabal: "Hay en él una energía canibal, un hedonismo de la confusión al que bautizó voluntariamente como pánico, un happening y una ópera mundi a la vez, tragedia y farsa, mezcla de lo repugnante y lo sublime, de mal gusto y refinamiento, de vulgaridad y de poesía".
De Arrabal: "Soy un místico heterodoxo, conquistador, quijotesco, anarquista libertario, un español de los de siempre y no de los que practican el servilismo voluntario, tan abundante desde 1940".
Sobre Arrabal: "Cuanto más vulnerables son sus personajes, más agresivos son sus sueños".
De Arrabal: "Visitamos a mi padre en la cárcel. Al despedirnos, se acercó para darme un beso, pero mi madre se lo negó. 'A un izquierdista no le corresponde tal honor', le espetó".
De Arrabal: "Hemos sido educados sobre bases sadomasoquistas. ¿Qué otra cosa puede esperarse de nosotros? En la escuela leíamos acerca de San Juan mirando a Cristo en la cruz y gritando: '¡Venga a mí el dolor!'. Santa Teresa exclamaba: 'Muero porque no muero', y describía cómo la espada de Dios penetraba en su tumba. Mucha gente de mi generación sigue aún masturbándose. Tanto se les dijo que era horrible, que suscitaría en ellos enfermedades morales y físicas, que aún lo encuentran excitante. Lo sexual era subrayado por su ausencia. Freudianos y lacanianos coinciden en que cuando algo falta está en exceso. Y por más que intentaran negarlo, todo en aquella España era sexual: desde el movimiento que se imprimía a los abanicos hasta la manera de tomar un vaso".
Sobre Arrabal: "Arrabal es joven. Es frágil, física y nerviosamente. Tendrá mucho que sufrir para darnos lo que todavía tiene que darnos".
De Arrabal: "El teatro siempre será underground, porque es demasiado frágil. Maneja poco dinero. Desde que gané el Nadal, mis editores me reclaman una novela tras otra. Productores de cine me visitan constantemente para que vuelva al cine. Pero nadie me dice: Oiga, usted, ¿por qué no se dedica más a la dramaturgia? Escribo teatro porque estoy a favor de los vencidos".
De Arrabal: "Sueño con un teatro donde el humor, la poesía y el pánico sean una sola cosa; una ceremonia compuesta de las fantasías de Don Quijote, las pesadillas de Alicia, los terrores de Josef K. y los sueños inhumanos que elaboran las computadoras por las noches".
Ganó esta noche el oyente Mario Solaquián, de Palermo Lector.
Fuente: artículo de Marcelo Figueras en El Periodista, Nº 67, 20 de diciembre de 1985
(*) O sutilísimo Perenchio (por no decir delirante) para encontrar pistas donde no las hay.
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