martes, 5 de febrero de 2008

Trascendente Sátrapa


El miércoles estuvo predestinado al Teatro, merced a los artilugios de la perinola parrafera.
El archicofrade Huguito la hace rodar, y siempre cae como el lo predijo al armar la serie de lecturas del mes.
Pero esa es una cualidad superior, de allí su caracter de archi.

Cuando pinta teatro, hay un par de nombres que asoman.
Locutor uno, y mujer del sudoeste porteño la otra.

Sin embargo y como quien no quiere la cosa, el interruptus fué ahicito nomás.
Diría a los catorce/quince segundos.
Despuntó el vicio Mario Solakian, quien parca, pero firmemente aseveró:
- Estás leyendo "Cementerio de Autos".
- De quién? -chuzó el conductor.
- De Fernando Arrabal [Terán].
Clap, clap [mas aplausos].

El autor es un escritor reconocido como autor de obras teatrales.
Suele hacerlo en español, aun cuando muchas de sus obras aparecen publicadas por primera vez en francés.

[Fernando] Aprendió a leer y a escribir en Ciudad Rodrigo (Salamanca), obtuvo el premio nacional de superdotados a los diez años y realizó sus estudios universitarios en Madrid.
Siendo niño sufrió la misteriosa desaparición de su padre, quien fuera inicialmente condenado a muerte por su ideología republicana, para ser luego indultado, pero condenado a cadena perpetua [un indultus particularis].

Ha publicado catorce novelas, libros de poesía y varios ensayos. Su obra ha sido traducida a numerosas lenguas. Tuvo especial repercusión su Carta al General Franco, publicada en vida del dictador.

Con Alejandro Jodorowsky y Roland Topor fundó en 1963 el Grupo Pánico.
Cultiva una estética irreverente tanto en su obra como en sus apariciones públicas, un tipo algo excéntrico, cosa que le valió el título de «Trascendente Sátrapa», otorgado por el Colegio de Patafísica, en 1990. Fué finalista del Premio Cervantes 2001.

El diccionario de literatura de la lengua francesa lo describe así:
Fernando Arrabal es el autor de un teatro genial, brutal, sorprendente y gozosamente provocador.. Un potlatch dramatúrgico donde la chatarra de nuestras sociedades "avanzadas" se carboniza en la pista festiva de una revolución permanente. Hereda de la lucidez de un Kafka y del humor de un Jarry; por su violencia se aparenta a Sade o a Artaud. Pero es probablemente el único a haber llevado la irrisión tan lejos. Gozosamente lúdico rebelde y bohemio su obra es el síndrome de nuestra época de alambradas: una forma de mantenerse alerta.

Arrabal viene a ser como otro que está en líneas no convencionales, como Jarry.
Así, Parrafus busca llevarnos de la mano por senderos poco transitados, pero plenos de contenido.
Bravo por el palermitano Mario Solakian!

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